sábado, 19 de noviembre de 2011

Parte 1 Cuentos para compartir

Esta es la primera parte de la historia de "La Piedra Mágica del Dragón". Espero que la disfrutes tanto como yo al escribirla.
Gracias de nuevo por compartir esta aventura...


La Piedra Mágica del Dragón

Esta es una historia antes de la historia… Un relato que sucedió hace muchos, pero muchos miles de años cuando el tiempo y el mundo aún eran jóvenes… es el tiempo en el que los seres humanos aún convivían con animales míticos y extraños, y entre ellos se conocían muy poco pues se veían obligados a vivir aislados. Su mundo era un lugar tan fantástico como la imaginación eterna de los niños… Y ésta es una historia fantástica… la historia de un niño que se atrevió a ir más allá de lo que habían ido sus antepasados y vivió experiencias maravillosas…Algunos pensarán que es imposible y absurda pero no aquellos que conocen de verdad la fantasía vívida y saben con certeza que la única limitación para los sueños es aquella que nuestra propia mente nos impone…

I

La Aldea en lo Alto
Durante las últimas semanas Akím no había dormido bien, casi todas las noches el aire se cargaba con los aullidos de los Wakos. Podía sentir aquel canto constante como un martilleo en sus oídos, que rebotaba en su cabeza y se convertía en sus peores sueños. Aquel aullar repetitivo transformaba las sombras de la noche y las hacía vagar infinitamente frente a sus ojos, le producía una sensación de vértigo que terminaba por hacerlo caer en el vacío desesperado del miedo, solo interrumpido por la presencia de aquello que se teme demasiado cerca.
Durante las últimas semanas también había escuchado de continuo las pisadas de los Wakos, que bajo los troncos que sostenían su casa se deslizaban como nubes furtivas en la oscuridad. Al principio se arrebujaba en sus cobijas y no lograba conciliar el sueño, pero luego de algunos días optó por quedarse despierto y atento a aquellos pasos disimulados que se anunciaban desde lejos.
Una noche pudo más la curiosidad que el temor y asegurándose que su padre dormía se dirigió con sigilo a la puerta de su cabaña, se deslizó sobre el vientre y se acercó al borde de la plataforma sólo para ver pasar como rayos veloces los enormes cuerpos negros de los Wakos. Akím quedó paralizado, su sangre galopaba fuertemente a través de sus sienes y sus ojos no podían cerrarse. Allí abajo, una y otra vez, las figuras negras olfateaban, escudriñaban y se agazapaban. Su fuerte olor llegaba en una exhalación y se transformaba en vapor que iba cubriéndolo todo.
Aunque debido a la presencia de aquellos animales los habitantes del pueblo de Akím habían construido sus casas en lo alto (sostenidas en plataformas montadas sobre pilares de troncos) los Wakos no cesaron nunca en su intento de atrapar a los hombres incautos o de robar en medio de la noche las provisiones de los aldeanos.
Ahora nuevamente se hallaban allí, su pelaje azabache resplandecía bajo la pálida luz de luna, sus ojos rojos lograban ver a través de las tinieblas de la noche y sus grandes patas parecían flotar sin tocar apenas el suelo. Se escurrían silenciosos pero se comunicaban entre sí manteniendo constante contacto visual entre unos y otros. El niño agachó su cabeza temeroso de ser descubierto y enfocado por aquellos ojos. Esperó sin moverse hasta que el mutismo se apoderó del lugar y pudo lentamente deslizarse de nuevo dentro de su cabaña. Aún tembloroso y sudando se metió bajo las mantas de su cama.
Era la primera vez que Akím veía aquellos animales, y al hacerlo comprendió la forma de vida que llevaban en su pueblo. Eludían con terror a los Wakos y era difícil encontrarlos. Durante el día los Wakos no salían y los aldeanos aprovechaban la luz para sembrar y construir sus casas en lo alto. Cada noche en cambio aquellos animales atravesaban los bosques de troncos y veían sobre sus cabezas las viviendas de los hombres sin poder hacer nada para llegar hasta ellas. Aún así, ya no era mucha la gente que vivía allí, con el tiempo se habían ido o se habían mezclado con otros pueblos y sólo algunos pocos mantenían su herencia original.
II
La Reunión De los Wakos
Aquella noche había luna llena, las sombras fantasmales rodeaban a lo lejos los senderos de las florestas y las laderas de las montañas. El viento agitado recorría las cuestas pedregosas y las orillas de los ríos, despertando lentamente su canto nocturno. Los árboles y los animales en ellos se mantenían inmóviles. A media noche comenzaron los aullidos, las gentes en sus casas se estremecían y cubrían doblemente a sus hijos o avivaban el fuego en la lumbre del hogar. Los Wakos se estaban reuniendo.
Llegaban de todas partes. Wakos de lomos plateados y grandes patas que vivían en lo alto de las montañas. Wakos enanos y peludos que moraban en las cuevas de las tierras bajas. Wakos delgados, rojizos y de largas zancadas acostumbrados a vivir entre las rocas de las distantes praderas. Y los Wakos fuertes, de grandes colmillos blancos, y gran resistencia para perseguir y cazar a sus presas entre las manadas de animales salvajes.
De todos los senderos venían caminando en filas sombreadas por la luna. Venían a reunirse en lo alto de las colinas de las rocas calizas, dominio de los Wakos Lomo Plateado. Habían sido todos convocados por éstos, los más antiguos Wakos que se conocen y también los más sabios. Eran aún todos ellos comandados por el Wako-Alfa más viejo de la manada más vieja, éste tenía ya todo el pelo encanecidoRodeábale su manada de Wakos Lomo Plateado y a su derecha se situaba su hijo Yako, con grandes patas y colmillos relucientes. Cuando todos se hubieron ubicado Wako-Alfa habló:
  • ¡Hermanos Wakos! Fuertes, Enanos, Pelirrojos y Lomos Plateados, muchos han sido los años que hemos vivido sobre esta tierra y muchos aún vendrán en los que nuestras voces se escucharán como la ley de estos dominios, sin oposición y con miedo.
Grandes estallidos de aullidos llenaron los espacios vacíos entre las rocas. Y Wako-Alfa continuó:
  • Aún así nuestra fuerza se ha reducido y nuestro número disminuye, y si nuestras leyes ya no se escuchan y nuestro pueblo agoniza es por culpa de los HOMBRES.
Ahora se mantenía un profundo silencio, cada Wako sentía en su interior dolor por aquellas palabras. Todos comenzaron a mostrar sus colmillos con odio.
  • ¡Sí Hermanos! De los hombres, que ya no muestran respeto por nuestro pueblo y han dejado de proveernos alimento. Alejan a los animales y se burlan de nosotros escondiéndose, planeando nuestra destrucción y la ruina de nuestra tierra.
Nuevos estallidos de gruñidos furiosos.
  • Si hemos de bajar la cabeza ante estos enemigos no lo haremos sin pelear, por eso os he convocado aquí esta noche, para iniciar una GUERRA.
De todas las gargantas salían aullidos de júbilo, de odio, de rabia, de furia contenida durante mucho tiempo.
- Pero para poder llevarla a cabo necesito el apoyo y la ayuda de cada uno de ustedes, con la fuerza de todas las manadas juntas, solo así lograremos vencer al hombre e implantar nuevamente la Ley del Aullido y del Colmillo que será escuchada y acatada por cada ser viviente en nuestro territorio.
Todas las patas comenzaron a golpear el suelo al unísono, a modo de marcha constante y aterradora, que iba en aumento y rompiendo el silencio de la noche. El Wako-Alfa esperó a que aquella manifestación de orgullo y apremio concluyera para continuar diciendo:
  • Pero ahora los años me pesan, así que aquí he de presentar a mi hijo Yako como nuevo líder y esperar si alguno le presenta desafío para que pruebe su capacidad frente a esta asamblea.
Yako, que estaba a su derecha, se adelantó. A la luz de la luna su fuerte lomo plateado se veía aún más reluciente. Su tamaño era impresionante y sus colmillos blancos intimidaban a cualquier oponente. Sin embargo era un Wako y sabía que no podría ser un líder sin un desafío que demostrara su grandeza.
Sólo un Wako Fuerte se atrevió a hacerlo. Luego de los Lomo Plateado los Wakos Fuertes eran los de mayor jerarquía debido a su gran tamaño. Siempre habían deseado la jefatura sobre las manadas, que desde el principio había sido ejercida por los Lomo Plateado ya que eran los más antiguos. El Wako Fuerte se aproximó a Yako. Los que estaban alrededor se alejaron dejando un círculo en el que los dos animales se miraron frente a frente.
Wako-Fuerte atacó primero, se lanzó con una dentellada sobre Yako rozando apenas su pata peluda. Yako retrocedió y saltó sobre el lomo de su adversario y éste se retiró no sin haber recibido un fuerte mordisco en la espalda. Debilitado y sangrante pero aún dueño de toda su furia, Wako-Fuerte embistió por un costado a Yako quien repentinamente perdió el equilibrio y calló. Entonces, aprovechando la caída de su adversario, Wako-Fuerte se arrojó sobre él tratando de desgarrar con sus dientes el lomo plateado de Yako, quién no pudo reprimir un fuerte aullido de dolor y rabia. En cuanto pudo Yako se separó de un salto hacia atrás de su oponente y ganando tiempo se repuso y de pronto saltó otra vez y se fue encima del Wako-Fuerte, rebotando varias veces sobre su lomo y aplastándolo bajo su peso. Yako mantenía ahora sus mandíbulas apretadas sobre el cuello del Wako-Fuerte, quien murió asfixiado tratando en vano de deshacerse del cuerpo de Yako que lo aplastaba y mordía inevitablemente.
Toda la asamblea contenía el aliento. No se escuchaba ni un quejido, ni un gemido, ni aún entre las filas de los demás Wakos Fuertes. Tan rápido y letal había sido el ataque de Yako que nadie se atrevió a emitir ningún sonido.
Yako soltó el cuerpo sin vida de su oponente, y aún con el hocico bañado en sangre y con su voz de trueno gritó:
  • Reclamo para mí y mi manada la jerarquía de los Wakos.
Se rompió así el silencio y hubo grandes manifestaciones de apoyo y aprobación. Los Wakos tenían un nuevo líder y ninguno osaría en adelante desobedecerlo.
Ya en el horizonte comenzaban a aparecer los primeros rayos de luz. El cielo clareaba lentamente, así que la asamblea se disipó, quedando obligada a reunirse durante la noche siguiente para escuchar a su nuevo guía.
III
YAKO-Alfa
A la siguiente noche ya estaba Yako ocupando su nuevo sitio en el morro más alto de las rocas calizas en las montañas, desde donde veía venir a todas las demás manadas de Wakos bajo la luz de la luna.
Yako se veía tan imponente como su padre, aunque en sus ojos, a diferencia de los de aquel, brillaba una nueva luz cargada de terrible aborrecimiento.
Yako había crecido sin conocer el miedo, era irreverente y poco reflexivo. Prefería la pelea y el enfrentamiento al acuerdo mutuo o al sometimiento. No sentía aprecio por nada y no aceptaba depender de nadie para sobrevivir. Se creía con derecho y sin impedimento a la jefatura de la manada y se veía a si mismo como el único capaz de llevarla a cabo adecuadamente.
Cuando ya todos se habían ubicado como la noche anterior, Yako-Alfa se dirigió hacia ellos con entusiasmo renovado:
  • ¡Hermanos! Ahora soy la voz de mi padre y la voz de vuestro interior. Ahora sólo escuchareis mis palabras. Porque ahora mi voz es la Ley del Aullido y del Colmillo. Y no seré nada sin ustedes y ustedes no serán nada sin MÍ.
Un profundo silencio enmarcaba su mensaje, éste era un líder más fuerte que ninguno y tan poderoso como todos, tenía la aprobación íntima de la manada por su fuerza, y la colaboración total de cada uno por sus palabras.
  • Soy lo que cada uno desea de mí y seremos juntos los más poderosos
Estallaron enérgicas manifestaciones de apoyo: Aullidos, marchas, movimientos de colas, cabezas y patas que tardaron un buen rato en ser acalladas. Cuando la asamblea volvió finalmente a la calma, Yako-Alfa habló de nuevo:
  • Entre los Lomo Plateado y yo hemos ideado el modo de destruir a los humanos y deseamos que sea aprobado por todos los presentes en esta asamblea.
Yako miró a cada uno directo a los ojos, y ninguno soportó por mucho tiempo el peso de su mirada. Uno a uno, los Wakos fueron obligados a bajar la cabeza en señal de sumisión, una conducta de disciplina exigida entre animales de la misma manada frente al líder.
  • He aquí nuestro plan: Unos cuantos de entre nosotros ascenderán a las cuevas profundas de las altas montañas del este, que son la morada de Bragmar, el último dragón.
Los Wakos en la asamblea contuvieron el aliento.
- Una vez allí robarán la Piedra de la Inmortalidad de Bragmar y la colocarán en medio de la aldea de los hombres. Así cuando el dragón descubra donde está, destruirá la aldea y con ella a nuestros enemigos que quedarán al descubierto.
La Piedra de la Inmortalidad era una joya que cada dragón poseía y que le permitía vivir para siempre. Muy al contrario de lo que se podría pensar, no se trataba de un hermoso diamante o de un rubí, sino de una sencilla roca de forma redondeada que se tomaría por una piedra cualquiera.
  • No arriesgaré la vida de ninguno de ustedes sin antes arriesgar la mía propia, así pues partiremos mañana por la noche, si alguno quiere acompañarnos será bienvenido.
Yako se adelantó con dos Lomo Plateado. Entonces un Wako-Rojizo se acercó también, y luego dos Wakos-Fuertes de enormes colmillos junto a un Wako-Enano muy peludo completaron el grupo.
Yako se exponía a que el primer capítulo de su vida como jefe fuera también el último y sin saberlo esperaba con el corazón anhelante. Durante el siguiente anochecer los siete animales comenzaron la marcha que no sólo habría de ser dura, sino que les demostraría con el tiempo que habría de cambiar para siempre sus vidas.
IV
La Mansión de Bragmar
El grupo de Wakos corría sin detenerse con Yako-Alfa a la cabeza. Sus enormes patas apenas salpicaban el suelo ya arenoso, ya sembrado de hierbas, ya lleno de rocas. Se movían como sombras fantasmales y silenciosas en la oscuridad nocturna y nada los hacía descansar, ni el sudor, ni la sed, ni su propio cansancio. Iban dirigidos por la voluntad de Yako que era mayor a cualquier otra emoción que pudieran recordar.
Al correr experimentaban la sensación milenaria del placer que llevaban en la sangre todos los de su raza. Sentían el poder de sus músculos y la libertad de recorrer sin oposición sus propios territorios. No tenían ni sombra de duda sobre el plan trazado por el jefe y lo llevarían a cabo aún a costa de sus propias vidas.
Mientras era de día se ocultaban bajo las rocas, plantas o cuevas y al anochecer reanudaban la marcha. Tardaron veinte días con sus noches en alcanzar las cumbres de las montañas del este donde reptaban las profundas cuevas de Bragmar.
Entraron a las cuevas. Casi al instante les invadió el peso del aire enrarecido y una intensa humedad a sus pies. Las cavernas eran abruptas y oscuras, se abrían en galerías desoladas donde sólo de vez en cuando encontraban agua, algunos líquenes y hongos sin color. Por muchas horas viajaron a través de las galerías sin hallar nada más que oscuridad, humedad y una emanación gaseosa e intensa. A medida que avanzaban aumentaba el vapor y un olor a podredumbre que invadía el cuerpo y el espíritu.
Sin embargo eran de una estirpe que no se aminalaba fácilmente. Harían falta más que cavernas oscuras o monstruos dormidos para que los Wakos aceptaran una derrota. La furia instintiva recorría su sangre y la supervivencia de la ley de matar o ser muerto regía sus conciencias sin permitirles reflexionar acerca del plan que tenia el jefe en mente.
Luego de una caminata interminable divisaron a lo lejos una luz intensamente roja y que se colaba por entre las ranuras más pequeñas de las rocas en las cavernas. Se acercaron sigilosos y por una hendidura abierta hacia una espaciosa sala vieron a la fascinante bestia, quien yacía aparentemente dormida sobre un suelo de arena y polvo.
Los rojizos resplandores del cuerpo del dragón creaban la luminosidad que los Wakos habían estado siguiendo.
Pisando con cuidado notaron que el suelo estaba lleno de esqueletos de animales muertos hacía ya mucho tiempo. Cabezas, mandíbulas, largos huesos, dientes y hasta colmillos de Wako. Un estremecimiento los obligó a retroceder. Solo Yako, conteniendo los enloquecidos latidos de su corazón, fue capaz de adelantarse lentamente hasta las patas del dragón, que sostenían su cabeza dormida. Y sobre su cabeza entre las espinosas escamas vio la piedra. Brillaba como una antorcha sobre la frente del monstruo.


11 comentarios:

  1. Juan Andrés Cárdenas19 de noviembre de 2011, 15:02

    Felicidades por tu nuevo proyecto, suerte... así los lectores podermos estar más cerca de tus obras y de las buenas historias...

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  2. Mucha suerte en esta nueva aventura y muchas gracias por compartir con nosotros tu don. Un abrazo (:

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  3. Mucho exito con esta nueva idea. Que el mundo disfrute perdido en la lectura, a pasar un buen rato libre

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  4. Me está resultando maravillosamente atractiva y lo mejor es que te deja con las ganas de seguir y seguir leyendo. Es fascinante como entras en el mundo de la fantasía sin sacar los pies de la tierra. Realmente impresionante. Mañana siguiente entrada. Un besote .

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  5. Solo diré que me encanta y mucha suerte en este nuevo proyecto :)

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  6. Muchas gracias por tu comentario. Voy a revisar detenidamente tu blog y comentaré.

    Saludos

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  7. Hola! Muchas gracias por el comentario que dejaste en mi blog. Acabo de terminar de leer este primer capítulo y me ha gustado un montón. Me pasaré por los demás y ten por seguro que tendrás mis comentarios.
    Un beso,

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  8. Gracias atoros por sus notas y comentarios...
    Un abrazo fuerte

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  9. Felicidades, realmente hiciste una gran obra y por lo que eh leído me ah atraído tu libro, siento que tienes la esencia.

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  10. Empiezo a leer el libro ahora que tengo tiempo... Me quedo a la espera de leer la siguiente entrada para ver si consigue la piedra o si el Yako muere. Un besazo, escribes genial.

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  11. Hola^^ Primero que nada muchas gracias por tomarte el tiempo de comentar mi blog. Empezaré a leer tu historia. Este capítulo me pareció maravilloso. Seguiré estando por aquí :) Besos!

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