XXXI
El
viaje de Regreso
Una semana después de la Kermés, los chicos
estaban listos para partir. Ambos vestidos con los trajes de los
cazadores, con bolsos especiales a sus espaldas (que reemplazaban los
que habían perdido en las montañas) llenos de provisiones y agua,
además de pequeños paquetes de hojas secas de corteza de sauce y un
atado de cuerdas, como obsequio de los miembros de la aldea, de la
que ahora ambos formaban parte.
Antes de marcharse los chicos fueron conducidos
al interior del árbol salón donde fueron recibidos el primer día.
Allí estaban reunidos los aldeanos con su jefe al frente como la
primera vez. El jefe de la pluma roja habló directamente a Anú
diciendo
- Siempre serán bienvenidos y deseamos que la fortaleza de las experiencias vividas entre nosotros les acompañen en su viaje
- Muchas Gracias- dijo Anú
- Ahora reciban este viejo mapa de las tierras desconocidas- agregó el hombre- les ayudará a encontrar su camino de regreso
- ¡Gracias de nuevo!- volvió a decir Anú
Y salieron entre manifestaciones de adiós de
los presentes.
Afuera soltaron a los Wakos. Montaron las
provisiones al lomo de Ayizo y luego, ambos subieron al lomo de Walo,
quien se sentía poderoso y con ganas de comenzar a correr. Kiba se
resintió porque ella no cargaba con nada, entonces Anú desmontó,
se dirigió a ella y puso alrededor de su cuello el atado de cuerdas
que les otorgaron en la aldea. Kiba saltó y movió la cola contenta
mientras agradecía su confianza ¡las
chicas se entendían muy bien entre ellas!
Apenas Anú volvió a montar, se sujetó a la
espalda de Akím y sintió como Walo de un salto se adentró a toda
velocidad en los dominios del bosque de los Pitiless. Ayizo y Kiba
los seguían de cerca. Esta vez no se dejaron envolver por el aroma
dulce de las frutas e iban preparados para ignorar la “Melodía del
Viento”, con respectivos tapones de corcho en las orejas de todos.
Inútilmente trataron los Pitiless de dar
alcance a los rápidos animales que recorrieron de regreso el sendero
del bosque como rayos deslumbrantes en la oscuridad. Los Wakos se
mantenían en constante contacto visual, siguiendo los pasos de
Walo-Alfa y la mirada seria de Akím. Mantenían sus cabezas bajas,
evitando el ataque furtivo de algunos de los pájaros en vuelo.
Salieron del bosque sin ningún rasguño y se dejaron envolver por la
claridad del día, que había permanecido oculta bajo el dosel amplio
de los árboles.
Los Wakos no disminuyeron la marcha hasta la
noche, cuando Walo sintió tambaleante el cuerpo de Anú, quien ya
iba dormida. Para que no se cayera, Akím deslizó a la chica delante
de su cuerpo y la situó recostada sobre Walo mientras mantenía
sujeto el poderoso lomo plateado del animal. Akím se sentía
embrujado por el olor del cabello de la chica dormida que lo acompañó
durante el resto del viaje. No se atrevió a turbar su sueño.
Por la mañana el grupo llegó a la orilla de
un lago. Las montañas que debían estar a su espalda a la izquierda,
habían desaparecido, no se veía ninguna elevación frente a aquel
horizonte abierto.
Anú se despertó sobre la hierba. Frente a sus
ojos vio la espalda de Akím agachado a orillas del lago. Los Wakos
bebían con avidez de las aguas tranquilas. Anú se levantó
- ¿Dónde estamos?
Akím la miró sonriente
- Creo que en ruta hacia la “Planicie de la Tranquilidad” ¿la recuerdas?
- Era tan distinta
- Porque hemos llegado por otro lado- añadió- antes viajamos por el este, buscando las montañas de Bragmar, pero ahora hicimos el mismo camino por el oeste, que sin montañas, resulta mas corto
Anú consultó el mapa de tablilla
- Si seguimos el curso de este río llegaremos allí- y señaló un punto en el mapa
- ¿es la Planicie?
- Sí. Pero no veo el río. El mapa lo señala.
- Está seco- dijo Akím- pero he visto por aquel lado la huella de su recorrido, será nuestra guía.
- Bien- dijo Anú sintiendo el estómago apretado- pero ahora ¡Tengo hambre!
Los chicos abrieron los fajos con las
provisiones y compartieron los trozos más grandes con los animales,
quienes luego de veinticuatro horas de carrera sin interrupción, se
quedaron dormidos unos sobre otros con la panza llena.
XXXII
La
Última Batalla
A finales de la tarde el grupo reinició la
marcha. Durante el atardecer Akím se mantuvo callado y pensativo.
Anú sabía que a esa hora él recordaba en su mamá y supuso que
ahora sus pensamientos volaban al encuentro con su padre. Decidió no
importunar los anhelos de su amigo. Apretó sus brazos alrededor de
Akím y volvió la cabeza para mirar a Kiba y Ayizo correr. Eran
animales sorprendentes. Mantenían sus cabezas en una misma dirección
y se miraban de continuo a los ojos. Anú noto un cambio en aquellos
ojos. En la noche parecían volverse rojizos y brillantes, quizás
por su antigua condición de cazadores nocturnos, mientras que
durante el día se veían castaños y suaves.
La marcha no varió mucho hasta diez días
después cuando Walo reconoció el olor de otros Wakos salvajes.
Habían alcanzado por el oeste la Planicie de la Tranquilidad y a lo
lejos se veían las antiguas montañas de rocas calizas, hogar
original de los Wakos Lomo Plateado. Kiba y Ayizo también sintieron
el olor del territorio marcado por un grupo de Wakos distinto al suyo
y sus cuerpos se tensaron bajo las cargas.
- Reconozco este sitio- dijo Akím
- Si- respondió Anú- es el lugar de las manadas ¿recuerdas?
- Sí… parece que hubieran pasado años desde que estuvimos aquí
- Las vimos cuando salimos de mi mundo
- ¿lo extrañas?- preguntó Akím fijando sus ojos en los de la chica
- No- dijo ella con sus ojos brillantes.
- ¿Dónde estarán las manadas?- preguntó Akím desviando su mirada hacia el horizonte
- No lo se…
- Es extraño- dijo el chico
- ¿Qué?
- Walo y los demás parecen tensos
Anú miró a los animales. De verdad se
advertían silenciosos y quietos contra el marco del cielo.
- Creo que aún es temprano para preocuparnos
- ¿En que piensas Akím?
- En que quizás existan todavía Wakos salvajes en este territorio
Anú se estremeció ante la visión del primer
ataque de los Wakos fuera de su aldea y el recuerdo de su propio
enfrentamiento con aquel animal salvaje en medio de las cavernas del
dragón ¡Ahora no tenía la espada
de Akím! ¡Habían
perdido el arma que les ayudó a cortar las cabezas de los Wakos
enemigos!
- ¿Qué sucede Anú?- Akím la sacó de sus pensamientos
- ¿Cómo los enfrentaremos sin la espada?
- Algo se nos ocurrirá- y agregó- recuerda que ahora no estamos solos ¡tenemos nuestra manada nosotros también!
Anú miró esperanzada los poderosos cuerpos de
Walo, Kiba y Ayizo. Akím encendió fuego y preparó un sitio para
dormir.
Al anochecer un grupo de Wakos Fuertes se
acercó en silencio al campamento de los chicos. Estos animales
advertían con asombro a los chicos recostados sobre los costados de
aquellos Wakos Lomo Plateado que parecían aceptar naturalmente su
presencia.
El Wako-Alfa de entre los Fuertes no quería
aproximarse mucho. Walo, Kiba y Ayizo dormían rodeando una fogata
que todavía mantenía sus llamas encendidas. Wako Fuerte recordaba
su última batalla con aquellos terribles Lomo Plateado, siete días
de muerte que los habían obligado a abandonar sus tierras y los
habían echado para siempre de las asambleas generales de Wakos. Sin
decidirse a atacar, los Wakos Fuertes esperaron la orden de su lider.
Walo sintió venir a la manada de los Fuertes.
Presintió el silencio que precedía al ataque y se levantó
despertando al grupo que dormía con él. A su alrededor varias
docena de ojos rojos los acechaba vigilantes y un murmullo de
gruñidos se fue arrimando a ellos, cercándolos en derredor de la
fogata.
Akím abrazó a Anú y se ubicó con ella al
centro del perímetro cerrado, muy cerca de las llamas. Era difícil
saber cuantos animales había allí. Walo se había adelantado unos
pasos y gruñía, apoyado por Ayizo y Kiba, ubicados uno a cada lado
de sus flancos. Walo comenzó a emitir sonidos guturales y ladridos
poderosos. Anú comprendió que estaba comunicándose con los
salvajes en el lenguaje de los Wakos. Akím sintió lo mismo y le
pareció entender el significado de las palabras de su amigo.
- No queremos mas enfrentamientos- decía Walo-Alfa al grupo de Wakos Fuertes que les rodeaban y continuó - ¿No tienen acaso suficientes muertos ya?
- ¿Que sabes tú de muertos?- le interrumpió el agresivo Wako-Alfa
- Los vi morir inútilmente en la cueva de Bragmar y dejar sus cuerpos sin vida en los campos que rodean las aldeas de los hombres ¡Para mí y mi manada es suficiente!
- Si deseas hacer tu voluntad debes pelear y quitarme la jefatura ¡si es que puedes!- decía Wako-Alfa
- No deseo ninguna Jefatura, y no deseo pelear
- ¿Qué dicen los que vienen contigo? Ellos estuvieron en la guerra de los Wakos
Kiba se adelantó y se acercó a Walo diciendo:
- Permanecemos con él porque es nuestra voluntad- y añadió- sólo queremos atravesar este territorio
- ¡Es nuestro territorio!- dijo Wako Fuerte
- Entonces concédenos tu permiso para viajar por él- dijo Walo
- El único permiso que concedemos los Wakos Fuertes es el del sometimiento
La manada de Wakos Fuertes comenzó a agitarse.
No todos estaban de acuerdo con Wako-Alfa. Si este extranjero pedía
su permiso ¿Por qué pelear?
¿Seguir muriendo en enfrentamientos
inútiles? Los gruñidos comenzaron
a crecer entre los asistentes.
Anú y Akím estaban intrigados con lo que
presenciaban. Se encontraban en medio de una asamblea de Wakos y los
sonidos eran tan fascinantes como aterradores. Akím se admiraba de
ver el porte magnifico de Walo, quien mantenía su cuerpo tenso y sus
ojos brillantes.
- ¡Que se enfrenten por la jefatura!- gritó alguno de entre los salvajes
- ¡No quiero pelear!- gritó Walo
- Yo te enfrentaré a muerte- dijo Wako-Alfa y agregó- te haré entender el significado de la ley del Aullido y del Colmillo
- No conozco esa ley, entre los hombres he aprendido a entender la ley de la amistad, de la lealtad y el entendimiento mutuo.
- ¡Me burlo de tu ley heredada de humanos débiles!
- ¡No quiero pelear!- insistía Walo
- ¡Entonces morirás!- alcanzó a decir Wako-Alfa antes de abalanzarse sobre Walo
Akím intuyó el peligro y tomó un par de
leños delgados que permanecían encendidos por las llamas de la
hoguera. Alargó uno para Anú y se preparó para esquivar cualquier
ataque de los Wakos en su contra.
Walo sorteó el ataque de Wako-Alfa. Este,
enfurecido, se abalanzó nuevamente sobre el oscuro cuerpo de Walo
para descubrir que el Wako lo evadía cada vez. Entonces saltó
directamente sobre los niños.
Los chicos debieron luchar a punta de palos
ardientes para detener al Wako salvaje que se había arrojado sobre
ellos. Akím golpeaba el hocico del animal con las llamas y Anú le
pegaba donde podía. El Wako quemado daba alaridos de dolor y rabia,
y lanzaba puntapiés tratando de esquivar a Anú. Con una de aquellas
patadas la empujó y la chica cayó al suelo. Viendo a su victima
caer, Wako Fuerte se le aproximó con la intención de morderla.
Entonces sintió los feroces dientes de Walo en su pescuezo.
La furia de Walo había estallado frente a la
visión de sus amos-niños en peligro. Se lanzo sobre el Wako-Alfa,
ensartando su cuello. Wako Fuerte se debatía por liberarse, giraba
sobre si mismo, daba grandes saltos, se revolcaba. Finalmente logró
soltarse. Se puso en pie mareado y se fue encima de su oponente. Walo
sintió aquel cuerpo pesado venir y no lo esquivó, lo desafió de
frente con sus poderosas dentelladas. Recibió algunos rasguños de
su adversario pero no cedió. Se enlazaron en una furiosa pelea de
movimientos rápidos, mordiscos fugaces y cuerpos revolcados por el
empolvado suelo. Los gruñidos de ambos eran estremecedores. La
manada permanecía atenta al desenlace. Nadie se movía. Akím se
había acercado a su amiga y ambos de pie miraban estupefactos.
Wako Fuerte ignoraba que Walo ya se había
enfrentado a otros como él, a los Pitiless y a un dragón
enfurecido. La rabia de Walo no se disipó hasta que sintió
extenuado el ánimo de su victima, superado por la violencia de su
enorme cuerpo.
Entonces Walo aplastó contra el piso al Wako
Fuerte, este lanzó un chillido de dolor y se quedó quieto. Walo
triunfante, con las patas delanteras aún sobre el pecho de su
oponente vencido, dijo en alta voz para ser escuchado por todos:
- No he venido aquí a matar a nadie y no quiero la jefatura de la manada de Wakos Fuertes ¡déjennos pasar!
Y viendo que sus palabras eran atendidas por
toda la asamblea agregó:
- ¡Hasta
aquí llegó la ley del enfrentamiento entre manadas, de ahora en
adelante marcharemos en paz y respetaremos a los HUMANOS!
Y soltó el cuerpo de Wako-Alfa malherido y
humillado. Los Wakos Fuertes que presenciaron el enfrentamiento se
quedaron mudos. Nunca habían visto que uno de entre ellos perdonara
la vida a un adversario vencido. La asamblea estaba paralizada. Pero
cuatro de los Wakos que acompañaban al Wako-Alfa no aceptaron
aquella demostración y mostraron sus colmillos con odio. Entonces
Ayizo y Kiba, que hasta ese momento se habían mantenido apartados,
se acercaron mostrando sus colmillos también.
Una docena de aquellos salvajes saltó y cercó
a los cuatro Wakos agresivos y los obligó a retroceder evitando una
pelea. Ninguno de ellos se sentía orgulloso de lo ocurrido,
agacharon todos sus cabezas frente a Walo y en señal de sumisión
bajaron los ojos.
Wako-Alfa, quien había quedado vencido y
humillado sobre el suelo se levantó. Divisó a su alrededor la
demostración pública de respeto y humildad que daba su manada a los
tres Wakos Lomo Plateado y se sintió abochornado. Agachando la
cabeza él también se dirigió a Walo, a Kiba, a Ayizo y a los
chicos, y se marchó manteniendo la cabeza gacha tras los pasos de su
manada. Nunca más se acercarían a ningún grupo de humanos.
Akím, Anú y su grupo de animales recogieron
su campamento y se alejaron en silencio. Marcharon durante muchas
noches más acompañados por el eterno centellear de las estrellas.
XXXIII
El
retorno de Akím
El día que Akím distinguió su aldea a lo
lejos luego de tanto tiempo, estaba lloviendo a cántaros. La marcha
era pesada. Por la ladera de la montaña desde donde Akím resbaló
aquella primera noche de huída, venían ahora empapados y a paso
lento los dos chicos tomados de la mano y seguidos en fila por los
tres animales.
Era media tarde, pero no se percibía nada en
las cercanías debido a la cortina de lluvia que los envolvía a
todos. Resultaba imposible determinar si habían sido vistos por los
habitantes de la Aldea en lo Alto o si alguien saldría a recibirlos.
El grupo caminaba ahora en silencio por entre
los bosques de troncos que sostenían las plataformas de las casas en
lo alto. La lluvia entonaba sus chorros de caída. El suelo estaba
enlodado y resbaladizo. De todas las casas salía humo por las
angostas chimeneas, señal de que los aldeanos estaban adentro,
guarecidos del aguacero.
Akím se detuvo frente a una de las casas y
miró en alto. Kimath estaba allí, como todas las tardes asomado en
su balcón esperando el retorno del hijo. El hombre notó unas
sombras detenidas frente a su casa y sintió un vuelco que apresó su
estómago.
Tomó la escalera colgante y la dejó caer.
Descendió por ella cojeando y enfrentando el diluvio para mirar de
frente los ojos del recién llegado. Durante su viaje Akím había
cumplido los catorce años y había alcanzado el tamaño de su padre,
miró su cara frente a la suya:
- Papá…- dijo con una voz que Kimath no le conocía
Sin poder articular palabra Kimath se fundió
en un abrazo con su hijo. La lluvia y las lágrimas resbalaban de
igual forma sobre su rostro. Lo medía, lo tocaba, le miraba la cara,
las cicatrices en los brazos. Hasta que de pronto notó tras su hijo
la presencia amenazante de tres enormes animales y se quedó
paralizado.
- Ellos son mis amigos papá, no representan ningún peligro- y agregó- Y ella es Anú.
Anú se asombró frente al hombre que le
devolvía la mirada con los mismos ojos de Akím y Kimath vio
aparecer detrás de su hijo a una chica de largo cabello negro. La
abrazó también, algo en su interior reconoció el lazo que los
unía. Anú se sintió profundamente conmovida.
- Pero entremos, estamos helados aquí afuera- dijo Kimath con un hilo de voz y señaló la escalera de mano.
Entonces recordó a los animales y añadió:
- Dile a tus animales que se refugien junto a los troncos, bajo el andamio de la casa- y se rió diciendo- no creo que halla suficiente espacio arriba para ellos.
Akím atrajo a Walo y a sus compañeros bajo el
andamio de su morada y luego subió por la escalera colgante
acompañado de su padre y Anú. Cuando estuvo bajo la puerta de
entrada frente a la estancia se asombró:
- ¡No recordaba que fuera tan pequeña!
- ¡Y yo no te recordaba tan alto Akím!- respondió Kimath abrazando nuevamente a su hijo.
Akím notó que todo seguía igual, la pequeña
cocina a leña, la marmita sobre el fuego, el cuarto de su papá, el
baúl de madera, su cama infantil junto a sus viejas cosas de pescar,
el suelo de madera limpia y el andamio donde se sentaba a mirar el
atardecer. Y el olor tantas veces añorado. Los ojos de Akím se
nublaron y sintió que un nudo ahogaba su garganta.
- Y ahora quiero saber todo sobre ti- le animó Kimath- y sobre ti también- dijo mirando a la chica que le devolvía una mirada desde los ojos mas oscuros que el hombre pudiera recordar.
- Papá…- volvió a decir Akím- cuanto te he extrañado…
- Y yo a ti- dijo su padre en tono cómplice- no te dejaré dormir hasta que le cuentes todo a tu viejo padre
- ¡Entonces no dormiremos en varios días!
- Bien, que así sea- y se dirigió a la hoguera donde se calentaba el agua.
Mientras los chicos se sentaban alrededor de la
única mesa del lugar y se secaban con mantas limpias, Kimath trajo
tasas con té caliente, pan de la despensa y frutos secos. Akím
comenzó a hablar y Anú se disculpó y se fue a la antigua cama de
Akím donde se quedó dormida, abrigada por el aroma infantil de su
amigo. Kimath y Akím permanecieron toda la noche despiertos,
hablando sobre las experiencias maravillosas, peligrosas e
inimaginables que había vivido su hijo en compañía de sus nuevos
amigos. Finalmente antes de la salida del sol, Kimath le dijo a su
hijo:
- La noche en que recibí la piedra supe que algo inquietaba tu pensamiento
- Estaba preocupado por ti, papá
- Lo sé. Sin embargo no te detuve, no pude detener tu acción
- ¿Por qué?
- Porque los actos generosos del corazón no deben ser obstaculizados, son parte del camino que recorremos al crecer y que nos hace nobles
- Entonces ¿viste cuando salí de la casa?
- No. Pero no quise salir al día siguiente a buscarte. Debías encontrar tu propia fuerza para hacerte hombre. Así que decidí esperar tu regreso
- ¿Siempre supiste que volvería?
- No. Yo también tuve miedo. Pero decidí tener fe en ti y en las enseñanzas que has recibido.
- ¿Qué siente ahora papá?
- Que no me equivoqué
- Gracias… Papá
Por la mañana, ambos salieron y vieron el
amanecer desde la parte trasera de la casa. Akím aprovechó el
momento para bajar y darle algo de comer a los animales que se habían
quedado dormidos bajo el andamio.
Alguien vio a los Wakos resguardados bajo la
plataforma de la casa de Kimath y dio la alarma, los vecinos
comenzaron a llegar de puerta en puerta, a través de los puentes
colgantes y el desorden y el miedo empezaron a apoderarse de la
aldea. Nadie se atrevía a mirar de frente a los monstruos. Y
entonces los ancianos convocaron a todos los habitantes de la aldea a
la Casa-Centro del pueblo.
La gente, que ya estaba ubicada en la gran
estancia de la Casa-Centro enmudeció al ver retornar a Akím esa
mañana, tras los pasos de Kimath y de la mano de una extraña chica
de cabello oscuro. Los Viejos-Sabios interpelaron al chico frente a
todos los habitantes de la Aldea en lo Alto y entonces Akím volvió
a narrar su historia.
Akím le aseguró a todos los habitantes de la
Aldea en lo Alto que Walo, Kiba y Ayizo nunca se atreverían a
hacerles daño y los invitó a bajar con él para observarlos de
cerca. La mayoría se atrevió a tocarlos y algunos niños jugaron
con ellos. Los Wakos se sintieron encantados de pertenecer a aquella
manada a la que protegerían y respetarían por siempre. Kiba cargaba
a los más pequeños sobre su lomo y los llevaba corriendo por el
campo.
Pasó mucho tiempo antes de que en la Aldea en
lo Alto se dejara de hablar de las extrañas aventuras que había
vivido aquel chico temerario. Los Viejos-Sabios le dieron a Akím el
título de protector de la aldea
y a Anú le rogaron que les ayudara a organizar una biblioteca que
contuviera las bases de su sabiduría y de la historia del mundo en
el cual vivían. Tarea a la que la chica se entregó con pasión.
XXXIV
Separaciones
y Encuentros
Aquel año fue especialmente productivo para la
Aldea en lo Alto. Los habitantes aprendieron a usar la parte baja de
sus casas a modo de corrales o alacenas. Algunos construyeron paredes
bajas para guardar los granos o las provisiones. Otros, alentados por
Akím, ensamblaron corrales entre los troncos, donde comenzaron a
criar animales domésticos. Ya no tenían la necesidad de vivir
encaramados sobre andamios para sobrevivir, desde la llegada de los
chicos no se vieron nunca más los Wakos salvajes en la zona, ni
volvieron a escucharse sus aullidos.
Las nuevas técnicas traídas por Anú
iniciaron a los aldeanos en una era de tecnología que utilizaba
tubos, tanques y sistemas de bombeo para acarrear el agua, antorchas
de bajo humo para iluminar las estancias y materiales novedosos para
la construcción y la fabricación de objetos.
Las rutas trazadas por los niños sirvieron
para que caravanas de viajeros comenzaran a surgir entre las aldeas
dispersas y remotas. Así el pueblo de Akím tuvo contacto con el
mundo exterior y recuperó mucho del pasado, la historia, las
tradiciones y los cuentos que habían sido olvidados.
La vida de los Wakos también se transformó.
Los sobrevivientes de los salvajes se reprodujeron en bosques y
praderas lejanas dejando de amenazar la vida de los hombres. Y los
que llegaron con Akím encontraron entre los humanos una acogida tan
familiar que los alentó a tener familia ellos mismos.
Durante cuatro meses, Walo y Kiba se perdieron
juntos entre los bosques cercanos, corriendo en libertad y
recorriendo los caminos de la felicidad absoluta. Al volver traían
consigo una camada de nueve cachorros muy distintos a ellos. Los
cachorritos eran moteados algunos y manchados otros, como si la nueva
vida bajo el sol se empeñara en cambiar sus colores. Estos crecieron
menos en estatura que sus padres y fueron adoptados por los
chiquillos de la aldea. Así que Kiba y Walo no distinguían entre
sus hijos humanos y sus hijos cachorros. Ayizo fue nombrado el tío
de todos.
Eventualmente Anú volvió a su pueblo en el
Bosque Prohibido y se dedicó a escribir las aventuras que vivió con
Akím, para dejarlas en la biblioteca junto a los mapas, la tablilla
de los cazadores de Pitiless y los dibujos que había traído con
ella. Su Ciudad Subterránea también cambió y algunos decidieron
vivir bajo el sol en nuevas casas cerca de las salas de salida.
Cuando Akím sintió que extrañaba
profundamente a Anú se despidió de su padre y se dispuso a ir tras
ella. En cuanto llegó a la Ciudad Subterránea se vio obligado a
presentarse ante el Tribunal de los Tres y reponer con su trabajo el
gallinero que Walo había destrozado el día de su huída.
Después de cumplir con el encargo del
tribunal, Akím continuó viajando y viviendo grandes aventuras,
siempre al lado de Anú que decidió acompañarlo por el resto de su
vida.
Luego de la muerte de Bragmar no se tuvo
noticia alguna sobre la existencia de otros dragones. La historia de
los chicos con el paso del tiempo se convirtió en leyenda y con los
siglos se transformó en uno de los cuentos infantiles que los niños
ansían a la hora de dormir. Y sólo
aquellos capaces de ver con el corazón saben que la fantasía
siempre tiene un origen real y que es el regalo de quienes se atreven
a ir más allá de sus sueños.
Hola, te acabo de ver en Días de Lluvia y Hojas.
ResponderEliminar¿Conoces Netwriters,pásate y miras, igual encuentras algo de tu interés.
Hay escritores y seguro que te pueden orientar en tus pretensiones.
Saludos!
Woah! Me encanto el final del capítulo XXXIV, fue muy lindo. Y combinas a mi animal favorito y a mi ser mitológico favorito, me gusto mucho! Me tomare el tiempo de leer las demás partes, de verdad esta muy interesante la historia.
ResponderEliminarTe leo luego!
Pronto espero leer completo y gracias por pasar por mi blog C:
ResponderEliminarHola. Por lo que veo es interesante la historia. Lastima que es asi un poco larga para leerla asi por aca. Mejor sweria tranquilo en un libro frente a un mar como los que aparece en tu portada jaja,
ResponderEliminarY yo coincido con Darky. Siempre hay que ver mas alla, salir de la rutina, soñar despierto, fantasear con cosas. De esa manera es como que podemos dar un paso mas. De otro modo nos quedariamos siempre en lo mismo. Un abrazo y buena semana
MUY BUENA OBRA... ESTA PIEZA LA HE LEÍDO DE APOCO, Y RECIÉN DEJO COMENTARIO.
ResponderEliminarDeja una gran reflexión... salir de la rutina... despertar...dar el salto.
Vengo desde lares lejanos
A dejar mí huella
Y en ella a puro sentir
Mi mensaje de paz y amor
Con cataratas de luz
Junto a un manojito
De madreselvas en flor
Con brisas otoñales
Regadas con mi cariño
Al compás de Tango porteño
Y mate criollo
Como símbolo de amistad
E Invitándote a pasar
Por mis blogs:
Dónde poemas te esperan y detalle
En:
www.panconsusurros.blogspot.com
Una Mirada de Mi Vida y detalle
En
www.walktohorizon.blogspot.com
Mi Arte y detalle
En
www.newartdeco.blogspot.com
Una deliciosa torta y detalle
En:
www.lasrecetasdelaabuelamatilde.blogspot.com
Una Reflexión y detalle
En
www.cuerposanoalmacalma.blogspot.com
Premios y regalos
En
www.cosechadesentires.blogspot.com
Tuya
María del Carmen García Lombardía
Amiga,
ResponderEliminarYo también parto a casa, debo operarme , pero regresare a seguirte leyendo.
Te deseo mucha suerte en tu isla Canaria, que es tan bella ya que tuve la dicha de conocerla.
Visita mi blog para que leas mi último mensaje desde esta tierra gallega , el próximo será desde mi Cuba.
Muchos cariños.
Te deseo suerte en tus publicaciones, ya la novela mia está editada, dejo la página para el que quiera comprarla.
Muy buenas. ¡Me encanta tu forma de escribir y tu historia, es realmente admirable!
ResponderEliminarActualmente estoy escribiendo una historia para un concurso literario de menores de edad. Me gustaría que alguien con conocimiento se leyera algún capítulo y me expusiera sus críticas. Se lo agradecería muchísimo, de verdad :)
¡Besos! <3
Una historia exquisitmaente narrada con precisión pausa, descipciones Además agradecerte tu visita
ResponderEliminardciendo:
Ha querido propiciar mi destino
Encontrarte en mi camino
A través de un espacio singular,
Dónde anidan gentes sabias,
Inteligentes, con dones,
Alegres, vitales, generosas,
Solidarias,
Que hacen un culto
De la amistad.
Por ello quiero
Dejar en mi huella
Un cofre con cariño
Para cuando nadie te abrace.
Mi mano extendida
Para cuando no tengas apoyo.
Mi mirar
Para cuando no puedas ver.
Y mi amistad verdadera
Cuando el horizonte
Se presente nublado.
Porque hoy decidí
Dejar mi huella
Con abrazo a puro sentir
Y celebrar en paseos
La amistad
En agradecimientos
De habernos encontrado
Con promesa de estar!
Dejo mi huella
Junto a una invitación
A mis blogs
Dónde te esperan
Decires y Premios
Poemas Y Reflexiones,
Arte y Recetas
Y un Mate
Criollo Y Compañero
Como símbolo de amistad.
Un Cariño
Tuya
María del Carmen
www.panconsusurros.blogspot.com
Y de ahí a viajar por mis otros blogs.
gmariadelcarmen28@yahoo.com.ar
acertadas, y un lenguaje delicado respetando los lineamientos literarios y de sobre manera mantiene la atención a quienes tenemos el gusto por lallectura.
HOLA MARÍA IHOLANDA:
ResponderEliminarME PARECE MUY HERMOSO TU ESTILO DE ESCRIBIR. ME GUSTA, TE FELICITO Y ME AGRADA QUE UNA LATINOAMERICANA, UNA VECINA, UNA HERMANA, ESTE COLOCANDO EL NOMBRE DE NUESTRA TIERRA EN ALTO.
FELICITACIONES POR LOS PREMIOS RECIBIDOS, TE LOS MERECES.
TE DESEO SIGAS COSECHANDO TRIUNFOS EN TU CARRERA.
TE INVITO A QUE VUELVAS A PASAR POR MI BLOG. PARA QUE LEAS UNA DESCRIPCIÓN DE NUESTRO TRÓPICO. ESPERO VERTE POR ALLÍ,
TU AMIGA COLOMBIANA Y ADMIRADORA DE TU OBRA, EVA MARGARITA ESCOBAR SIERRA. UN ABRAZO.
HOLA MARÍA IHOLANDA: DE NUEVO ESTOY EN TU BLOG DELEITÁNDOME CON TUS HISTORIAS.
ResponderEliminarTE CUENTO QUE HE ABIERTO UN NUEVO BLOG Y TE INVITO PARA QUE LO CONOZCAS. ES TAMBIÉN COMO EL TUYO, CUENTOS HISTORIAS,RELATOS.
ME GUSTARÍA QUE LO CONOCIERAS Y ME DIERAS TU VALIOSA, CONCEPTO,SU DIRECCIÓN ES:
http://cuentosparaunatardedeinvierno.blogspot.com
ESPERO VERTE POR ALLI.
UN GRAN ABRAZO,
EVA MARGARITA
maria; Usted me tiene que atender¡¡¡ jajajaja soy Claudia Ramos, y realmente orgullosa de ti. Mil exitos mas, iempre demuestras el gran ser humano que eres.
ResponderEliminarTu siempre Amiga.
Claudia Ramos
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ResponderEliminar…._██_….…_██_……_██_
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En esta época tan bonita de navidad, quiero mandarte un regalo, pero va sin envolver, trata de besos y abrazos y una navidad en compañía, es por eso, que te invito a unirte a nuestra Navidad, ¿Te apuntas?
http://podemos-juntos.blogspot.com.es
He llegado a 250 seguidores en mi blog, y quería invitarte a recoger un premio y a participar en un reto, lo mismo quieres apuntarte. Un besazo.
ResponderEliminarhttp://tamaravillanueva.blogspot.com.es/2013/04/250-seguidores.html