lunes, 23 de abril de 2012

Parte 9 El regreso a casa




XXXI
El viaje de Regreso

Una semana después de la Kermés, los chicos estaban listos para partir. Ambos vestidos con los trajes de los cazadores, con bolsos especiales a sus espaldas (que reemplazaban los que habían perdido en las montañas) llenos de provisiones y agua, además de pequeños paquetes de hojas secas de corteza de sauce y un atado de cuerdas, como obsequio de los miembros de la aldea, de la que ahora ambos formaban parte.
Antes de marcharse los chicos fueron conducidos al interior del árbol salón donde fueron recibidos el primer día. Allí estaban reunidos los aldeanos con su jefe al frente como la primera vez. El jefe de la pluma roja habló directamente a Anú diciendo
  • Siempre serán bienvenidos y deseamos que la fortaleza de las experiencias vividas entre nosotros les acompañen en su viaje
  • Muchas Gracias- dijo Anú
  • Ahora reciban este viejo mapa de las tierras desconocidas- agregó el hombre- les ayudará a encontrar su camino de regreso
  • ¡Gracias de nuevo!- volvió a decir Anú
Y salieron entre manifestaciones de adiós de los presentes.
Afuera soltaron a los Wakos. Montaron las provisiones al lomo de Ayizo y luego, ambos subieron al lomo de Walo, quien se sentía poderoso y con ganas de comenzar a correr. Kiba se resintió porque ella no cargaba con nada, entonces Anú desmontó, se dirigió a ella y puso alrededor de su cuello el atado de cuerdas que les otorgaron en la aldea. Kiba saltó y movió la cola contenta mientras agradecía su confianza ¡las chicas se entendían muy bien entre ellas!
Apenas Anú volvió a montar, se sujetó a la espalda de Akím y sintió como Walo de un salto se adentró a toda velocidad en los dominios del bosque de los Pitiless. Ayizo y Kiba los seguían de cerca. Esta vez no se dejaron envolver por el aroma dulce de las frutas e iban preparados para ignorar la “Melodía del Viento”, con respectivos tapones de corcho en las orejas de todos.
Inútilmente trataron los Pitiless de dar alcance a los rápidos animales que recorrieron de regreso el sendero del bosque como rayos deslumbrantes en la oscuridad. Los Wakos se mantenían en constante contacto visual, siguiendo los pasos de Walo-Alfa y la mirada seria de Akím. Mantenían sus cabezas bajas, evitando el ataque furtivo de algunos de los pájaros en vuelo. Salieron del bosque sin ningún rasguño y se dejaron envolver por la claridad del día, que había permanecido oculta bajo el dosel amplio de los árboles.
Los Wakos no disminuyeron la marcha hasta la noche, cuando Walo sintió tambaleante el cuerpo de Anú, quien ya iba dormida. Para que no se cayera, Akím deslizó a la chica delante de su cuerpo y la situó recostada sobre Walo mientras mantenía sujeto el poderoso lomo plateado del animal. Akím se sentía embrujado por el olor del cabello de la chica dormida que lo acompañó durante el resto del viaje. No se atrevió a turbar su sueño.
Por la mañana el grupo llegó a la orilla de un lago. Las montañas que debían estar a su espalda a la izquierda, habían desaparecido, no se veía ninguna elevación frente a aquel horizonte abierto.
Anú se despertó sobre la hierba. Frente a sus ojos vio la espalda de Akím agachado a orillas del lago. Los Wakos bebían con avidez de las aguas tranquilas. Anú se levantó
  • ¿Dónde estamos?
Akím la miró sonriente
  • Creo que en ruta hacia la “Planicie de la Tranquilidad” ¿la recuerdas?
  • Era tan distinta
  • Porque hemos llegado por otro lado- añadió- antes viajamos por el este, buscando las montañas de Bragmar, pero ahora hicimos el mismo camino por el oeste, que sin montañas, resulta mas corto
Anú consultó el mapa de tablilla
  • Si seguimos el curso de este río llegaremos allí- y señaló un punto en el mapa
  • ¿es la Planicie?
  • Sí. Pero no veo el río. El mapa lo señala.
  • Está seco- dijo Akím- pero he visto por aquel lado la huella de su recorrido, será nuestra guía.
  • Bien- dijo Anú sintiendo el estómago apretado- pero ahora ¡Tengo hambre!
Los chicos abrieron los fajos con las provisiones y compartieron los trozos más grandes con los animales, quienes luego de veinticuatro horas de carrera sin interrupción, se quedaron dormidos unos sobre otros con la panza llena.

XXXII
La Última Batalla
A finales de la tarde el grupo reinició la marcha. Durante el atardecer Akím se mantuvo callado y pensativo. Anú sabía que a esa hora él recordaba en su mamá y supuso que ahora sus pensamientos volaban al encuentro con su padre. Decidió no importunar los anhelos de su amigo. Apretó sus brazos alrededor de Akím y volvió la cabeza para mirar a Kiba y Ayizo correr. Eran animales sorprendentes. Mantenían sus cabezas en una misma dirección y se miraban de continuo a los ojos. Anú noto un cambio en aquellos ojos. En la noche parecían volverse rojizos y brillantes, quizás por su antigua condición de cazadores nocturnos, mientras que durante el día se veían castaños y suaves.
La marcha no varió mucho hasta diez días después cuando Walo reconoció el olor de otros Wakos salvajes. Habían alcanzado por el oeste la Planicie de la Tranquilidad y a lo lejos se veían las antiguas montañas de rocas calizas, hogar original de los Wakos Lomo Plateado. Kiba y Ayizo también sintieron el olor del territorio marcado por un grupo de Wakos distinto al suyo y sus cuerpos se tensaron bajo las cargas.
  • Reconozco este sitio- dijo Akím
  • Si- respondió Anú- es el lugar de las manadas ¿recuerdas?
  • Sí… parece que hubieran pasado años desde que estuvimos aquí
  • Las vimos cuando salimos de mi mundo
  • ¿lo extrañas?- preguntó Akím fijando sus ojos en los de la chica
  • No- dijo ella con sus ojos brillantes.
  • ¿Dónde estarán las manadas?- preguntó Akím desviando su mirada hacia el horizonte
  • No lo se…
  • Es extraño- dijo el chico
  • ¿Qué?
  • Walo y los demás parecen tensos
Anú miró a los animales. De verdad se advertían silenciosos y quietos contra el marco del cielo.
  • Creo que aún es temprano para preocuparnos
  • ¿En que piensas Akím?
  • En que quizás existan todavía Wakos salvajes en este territorio
Anú se estremeció ante la visión del primer ataque de los Wakos fuera de su aldea y el recuerdo de su propio enfrentamiento con aquel animal salvaje en medio de las cavernas del dragón ¡Ahora no tenía la espada de Akím! ¡Habían perdido el arma que les ayudó a cortar las cabezas de los Wakos enemigos!
  • ¿Qué sucede Anú?- Akím la sacó de sus pensamientos
  • ¿Cómo los enfrentaremos sin la espada?
  • Algo se nos ocurrirá- y agregó- recuerda que ahora no estamos solos ¡tenemos nuestra manada nosotros también!
Anú miró esperanzada los poderosos cuerpos de Walo, Kiba y Ayizo. Akím encendió fuego y preparó un sitio para dormir.

Al anochecer un grupo de Wakos Fuertes se acercó en silencio al campamento de los chicos. Estos animales advertían con asombro a los chicos recostados sobre los costados de aquellos Wakos Lomo Plateado que parecían aceptar naturalmente su presencia.
El Wako-Alfa de entre los Fuertes no quería aproximarse mucho. Walo, Kiba y Ayizo dormían rodeando una fogata que todavía mantenía sus llamas encendidas. Wako Fuerte recordaba su última batalla con aquellos terribles Lomo Plateado, siete días de muerte que los habían obligado a abandonar sus tierras y los habían echado para siempre de las asambleas generales de Wakos. Sin decidirse a atacar, los Wakos Fuertes esperaron la orden de su lider.
Walo sintió venir a la manada de los Fuertes. Presintió el silencio que precedía al ataque y se levantó despertando al grupo que dormía con él. A su alrededor varias docena de ojos rojos los acechaba vigilantes y un murmullo de gruñidos se fue arrimando a ellos, cercándolos en derredor de la fogata.
Akím abrazó a Anú y se ubicó con ella al centro del perímetro cerrado, muy cerca de las llamas. Era difícil saber cuantos animales había allí. Walo se había adelantado unos pasos y gruñía, apoyado por Ayizo y Kiba, ubicados uno a cada lado de sus flancos. Walo comenzó a emitir sonidos guturales y ladridos poderosos. Anú comprendió que estaba comunicándose con los salvajes en el lenguaje de los Wakos. Akím sintió lo mismo y le pareció entender el significado de las palabras de su amigo.
  • No queremos mas enfrentamientos- decía Walo-Alfa al grupo de Wakos Fuertes que les rodeaban y continuó - ¿No tienen acaso suficientes muertos ya?
  • ¿Que sabes tú de muertos?- le interrumpió el agresivo Wako-Alfa
  • Los vi morir inútilmente en la cueva de Bragmar y dejar sus cuerpos sin vida en los campos que rodean las aldeas de los hombres ¡Para mí y mi manada es suficiente!
  • Si deseas hacer tu voluntad debes pelear y quitarme la jefatura ¡si es que puedes!- decía Wako-Alfa
  • No deseo ninguna Jefatura, y no deseo pelear
  • ¿Qué dicen los que vienen contigo? Ellos estuvieron en la guerra de los Wakos
Kiba se adelantó y se acercó a Walo diciendo:
  • Permanecemos con él porque es nuestra voluntad- y añadió- sólo queremos atravesar este territorio
  • ¡Es nuestro territorio!- dijo Wako Fuerte
  • Entonces concédenos tu permiso para viajar por él- dijo Walo
  • El único permiso que concedemos los Wakos Fuertes es el del sometimiento
La manada de Wakos Fuertes comenzó a agitarse. No todos estaban de acuerdo con Wako-Alfa. Si este extranjero pedía su permiso ¿Por qué pelear? ¿Seguir muriendo en enfrentamientos inútiles? Los gruñidos comenzaron a crecer entre los asistentes.
Anú y Akím estaban intrigados con lo que presenciaban. Se encontraban en medio de una asamblea de Wakos y los sonidos eran tan fascinantes como aterradores. Akím se admiraba de ver el porte magnifico de Walo, quien mantenía su cuerpo tenso y sus ojos brillantes.
  • ¡Que se enfrenten por la jefatura!- gritó alguno de entre los salvajes
  • ¡No quiero pelear!- gritó Walo
  • Yo te enfrentaré a muerte- dijo Wako-Alfa y agregó- te haré entender el significado de la ley del Aullido y del Colmillo
  • No conozco esa ley, entre los hombres he aprendido a entender la ley de la amistad, de la lealtad y el entendimiento mutuo.
  • ¡Me burlo de tu ley heredada de humanos débiles!
  • ¡No quiero pelear!- insistía Walo
  • ¡Entonces morirás!- alcanzó a decir Wako-Alfa antes de abalanzarse sobre Walo

Akím intuyó el peligro y tomó un par de leños delgados que permanecían encendidos por las llamas de la hoguera. Alargó uno para Anú y se preparó para esquivar cualquier ataque de los Wakos en su contra.
Walo sorteó el ataque de Wako-Alfa. Este, enfurecido, se abalanzó nuevamente sobre el oscuro cuerpo de Walo para descubrir que el Wako lo evadía cada vez. Entonces saltó directamente sobre los niños.
Los chicos debieron luchar a punta de palos ardientes para detener al Wako salvaje que se había arrojado sobre ellos. Akím golpeaba el hocico del animal con las llamas y Anú le pegaba donde podía. El Wako quemado daba alaridos de dolor y rabia, y lanzaba puntapiés tratando de esquivar a Anú. Con una de aquellas patadas la empujó y la chica cayó al suelo. Viendo a su victima caer, Wako Fuerte se le aproximó con la intención de morderla. Entonces sintió los feroces dientes de Walo en su pescuezo.
La furia de Walo había estallado frente a la visión de sus amos-niños en peligro. Se lanzo sobre el Wako-Alfa, ensartando su cuello. Wako Fuerte se debatía por liberarse, giraba sobre si mismo, daba grandes saltos, se revolcaba. Finalmente logró soltarse. Se puso en pie mareado y se fue encima de su oponente. Walo sintió aquel cuerpo pesado venir y no lo esquivó, lo desafió de frente con sus poderosas dentelladas. Recibió algunos rasguños de su adversario pero no cedió. Se enlazaron en una furiosa pelea de movimientos rápidos, mordiscos fugaces y cuerpos revolcados por el empolvado suelo. Los gruñidos de ambos eran estremecedores. La manada permanecía atenta al desenlace. Nadie se movía. Akím se había acercado a su amiga y ambos de pie miraban estupefactos.
Wako Fuerte ignoraba que Walo ya se había enfrentado a otros como él, a los Pitiless y a un dragón enfurecido. La rabia de Walo no se disipó hasta que sintió extenuado el ánimo de su victima, superado por la violencia de su enorme cuerpo.
Entonces Walo aplastó contra el piso al Wako Fuerte, este lanzó un chillido de dolor y se quedó quieto. Walo triunfante, con las patas delanteras aún sobre el pecho de su oponente vencido, dijo en alta voz para ser escuchado por todos:
  • No he venido aquí a matar a nadie y no quiero la jefatura de la manada de Wakos Fuertes ¡déjennos pasar!
Y viendo que sus palabras eran atendidas por toda la asamblea agregó:
- ¡Hasta aquí llegó la ley del enfrentamiento entre manadas, de ahora en adelante marcharemos en paz y respetaremos a los HUMANOS!
Y soltó el cuerpo de Wako-Alfa malherido y humillado. Los Wakos Fuertes que presenciaron el enfrentamiento se quedaron mudos. Nunca habían visto que uno de entre ellos perdonara la vida a un adversario vencido. La asamblea estaba paralizada. Pero cuatro de los Wakos que acompañaban al Wako-Alfa no aceptaron aquella demostración y mostraron sus colmillos con odio. Entonces Ayizo y Kiba, que hasta ese momento se habían mantenido apartados, se acercaron mostrando sus colmillos también.
Una docena de aquellos salvajes saltó y cercó a los cuatro Wakos agresivos y los obligó a retroceder evitando una pelea. Ninguno de ellos se sentía orgulloso de lo ocurrido, agacharon todos sus cabezas frente a Walo y en señal de sumisión bajaron los ojos.
Wako-Alfa, quien había quedado vencido y humillado sobre el suelo se levantó. Divisó a su alrededor la demostración pública de respeto y humildad que daba su manada a los tres Wakos Lomo Plateado y se sintió abochornado. Agachando la cabeza él también se dirigió a Walo, a Kiba, a Ayizo y a los chicos, y se marchó manteniendo la cabeza gacha tras los pasos de su manada. Nunca más se acercarían a ningún grupo de humanos.
Akím, Anú y su grupo de animales recogieron su campamento y se alejaron en silencio. Marcharon durante muchas noches más acompañados por el eterno centellear de las estrellas.
XXXIII
El retorno de Akím
El día que Akím distinguió su aldea a lo lejos luego de tanto tiempo, estaba lloviendo a cántaros. La marcha era pesada. Por la ladera de la montaña desde donde Akím resbaló aquella primera noche de huída, venían ahora empapados y a paso lento los dos chicos tomados de la mano y seguidos en fila por los tres animales.
Era media tarde, pero no se percibía nada en las cercanías debido a la cortina de lluvia que los envolvía a todos. Resultaba imposible determinar si habían sido vistos por los habitantes de la Aldea en lo Alto o si alguien saldría a recibirlos.
El grupo caminaba ahora en silencio por entre los bosques de troncos que sostenían las plataformas de las casas en lo alto. La lluvia entonaba sus chorros de caída. El suelo estaba enlodado y resbaladizo. De todas las casas salía humo por las angostas chimeneas, señal de que los aldeanos estaban adentro, guarecidos del aguacero.
Akím se detuvo frente a una de las casas y miró en alto. Kimath estaba allí, como todas las tardes asomado en su balcón esperando el retorno del hijo. El hombre notó unas sombras detenidas frente a su casa y sintió un vuelco que apresó su estómago.
Tomó la escalera colgante y la dejó caer. Descendió por ella cojeando y enfrentando el diluvio para mirar de frente los ojos del recién llegado. Durante su viaje Akím había cumplido los catorce años y había alcanzado el tamaño de su padre, miró su cara frente a la suya:
  • Papá…- dijo con una voz que Kimath no le conocía
Sin poder articular palabra Kimath se fundió en un abrazo con su hijo. La lluvia y las lágrimas resbalaban de igual forma sobre su rostro. Lo medía, lo tocaba, le miraba la cara, las cicatrices en los brazos. Hasta que de pronto notó tras su hijo la presencia amenazante de tres enormes animales y se quedó paralizado.
  • Ellos son mis amigos papá, no representan ningún peligro- y agregó- Y ella es Anú.
Anú se asombró frente al hombre que le devolvía la mirada con los mismos ojos de Akím y Kimath vio aparecer detrás de su hijo a una chica de largo cabello negro. La abrazó también, algo en su interior reconoció el lazo que los unía. Anú se sintió profundamente conmovida.
  • Pero entremos, estamos helados aquí afuera- dijo Kimath con un hilo de voz y señaló la escalera de mano.
Entonces recordó a los animales y añadió:
  • Dile a tus animales que se refugien junto a los troncos, bajo el andamio de la casa- y se rió diciendo- no creo que halla suficiente espacio arriba para ellos.
Akím atrajo a Walo y a sus compañeros bajo el andamio de su morada y luego subió por la escalera colgante acompañado de su padre y Anú. Cuando estuvo bajo la puerta de entrada frente a la estancia se asombró:
  • ¡No recordaba que fuera tan pequeña!
  • ¡Y yo no te recordaba tan alto Akím!- respondió Kimath abrazando nuevamente a su hijo.
Akím notó que todo seguía igual, la pequeña cocina a leña, la marmita sobre el fuego, el cuarto de su papá, el baúl de madera, su cama infantil junto a sus viejas cosas de pescar, el suelo de madera limpia y el andamio donde se sentaba a mirar el atardecer. Y el olor tantas veces añorado. Los ojos de Akím se nublaron y sintió que un nudo ahogaba su garganta.
  • Y ahora quiero saber todo sobre ti- le animó Kimath- y sobre ti también- dijo mirando a la chica que le devolvía una mirada desde los ojos mas oscuros que el hombre pudiera recordar.
  • Papá…- volvió a decir Akím- cuanto te he extrañado…
  • Y yo a ti- dijo su padre en tono cómplice- no te dejaré dormir hasta que le cuentes todo a tu viejo padre
  • ¡Entonces no dormiremos en varios días!
  • Bien, que así sea- y se dirigió a la hoguera donde se calentaba el agua.
Mientras los chicos se sentaban alrededor de la única mesa del lugar y se secaban con mantas limpias, Kimath trajo tasas con té caliente, pan de la despensa y frutos secos. Akím comenzó a hablar y Anú se disculpó y se fue a la antigua cama de Akím donde se quedó dormida, abrigada por el aroma infantil de su amigo. Kimath y Akím permanecieron toda la noche despiertos, hablando sobre las experiencias maravillosas, peligrosas e inimaginables que había vivido su hijo en compañía de sus nuevos amigos. Finalmente antes de la salida del sol, Kimath le dijo a su hijo:
  • La noche en que recibí la piedra supe que algo inquietaba tu pensamiento
  • Estaba preocupado por ti, papá
  • Lo sé. Sin embargo no te detuve, no pude detener tu acción
  • ¿Por qué?
  • Porque los actos generosos del corazón no deben ser obstaculizados, son parte del camino que recorremos al crecer y que nos hace nobles
  • Entonces ¿viste cuando salí de la casa?
  • No. Pero no quise salir al día siguiente a buscarte. Debías encontrar tu propia fuerza para hacerte hombre. Así que decidí esperar tu regreso
  • ¿Siempre supiste que volvería?
  • No. Yo también tuve miedo. Pero decidí tener fe en ti y en las enseñanzas que has recibido.
  • ¿Qué siente ahora papá?
  • Que no me equivoqué
  • Gracias… Papá

Por la mañana, ambos salieron y vieron el amanecer desde la parte trasera de la casa. Akím aprovechó el momento para bajar y darle algo de comer a los animales que se habían quedado dormidos bajo el andamio.
Alguien vio a los Wakos resguardados bajo la plataforma de la casa de Kimath y dio la alarma, los vecinos comenzaron a llegar de puerta en puerta, a través de los puentes colgantes y el desorden y el miedo empezaron a apoderarse de la aldea. Nadie se atrevía a mirar de frente a los monstruos. Y entonces los ancianos convocaron a todos los habitantes de la aldea a la Casa-Centro del pueblo.
La gente, que ya estaba ubicada en la gran estancia de la Casa-Centro enmudeció al ver retornar a Akím esa mañana, tras los pasos de Kimath y de la mano de una extraña chica de cabello oscuro. Los Viejos-Sabios interpelaron al chico frente a todos los habitantes de la Aldea en lo Alto y entonces Akím volvió a narrar su historia.
Akím le aseguró a todos los habitantes de la Aldea en lo Alto que Walo, Kiba y Ayizo nunca se atreverían a hacerles daño y los invitó a bajar con él para observarlos de cerca. La mayoría se atrevió a tocarlos y algunos niños jugaron con ellos. Los Wakos se sintieron encantados de pertenecer a aquella manada a la que protegerían y respetarían por siempre. Kiba cargaba a los más pequeños sobre su lomo y los llevaba corriendo por el campo.
Pasó mucho tiempo antes de que en la Aldea en lo Alto se dejara de hablar de las extrañas aventuras que había vivido aquel chico temerario. Los Viejos-Sabios le dieron a Akím el título de protector de la aldea y a Anú le rogaron que les ayudara a organizar una biblioteca que contuviera las bases de su sabiduría y de la historia del mundo en el cual vivían. Tarea a la que la chica se entregó con pasión.


XXXIV
Separaciones y Encuentros
Aquel año fue especialmente productivo para la Aldea en lo Alto. Los habitantes aprendieron a usar la parte baja de sus casas a modo de corrales o alacenas. Algunos construyeron paredes bajas para guardar los granos o las provisiones. Otros, alentados por Akím, ensamblaron corrales entre los troncos, donde comenzaron a criar animales domésticos. Ya no tenían la necesidad de vivir encaramados sobre andamios para sobrevivir, desde la llegada de los chicos no se vieron nunca más los Wakos salvajes en la zona, ni volvieron a escucharse sus aullidos.
Las nuevas técnicas traídas por Anú iniciaron a los aldeanos en una era de tecnología que utilizaba tubos, tanques y sistemas de bombeo para acarrear el agua, antorchas de bajo humo para iluminar las estancias y materiales novedosos para la construcción y la fabricación de objetos.
Las rutas trazadas por los niños sirvieron para que caravanas de viajeros comenzaran a surgir entre las aldeas dispersas y remotas. Así el pueblo de Akím tuvo contacto con el mundo exterior y recuperó mucho del pasado, la historia, las tradiciones y los cuentos que habían sido olvidados.
La vida de los Wakos también se transformó. Los sobrevivientes de los salvajes se reprodujeron en bosques y praderas lejanas dejando de amenazar la vida de los hombres. Y los que llegaron con Akím encontraron entre los humanos una acogida tan familiar que los alentó a tener familia ellos mismos.
Durante cuatro meses, Walo y Kiba se perdieron juntos entre los bosques cercanos, corriendo en libertad y recorriendo los caminos de la felicidad absoluta. Al volver traían consigo una camada de nueve cachorros muy distintos a ellos. Los cachorritos eran moteados algunos y manchados otros, como si la nueva vida bajo el sol se empeñara en cambiar sus colores. Estos crecieron menos en estatura que sus padres y fueron adoptados por los chiquillos de la aldea. Así que Kiba y Walo no distinguían entre sus hijos humanos y sus hijos cachorros. Ayizo fue nombrado el tío de todos.
Eventualmente Anú volvió a su pueblo en el Bosque Prohibido y se dedicó a escribir las aventuras que vivió con Akím, para dejarlas en la biblioteca junto a los mapas, la tablilla de los cazadores de Pitiless y los dibujos que había traído con ella. Su Ciudad Subterránea también cambió y algunos decidieron vivir bajo el sol en nuevas casas cerca de las salas de salida.
Cuando Akím sintió que extrañaba profundamente a Anú se despidió de su padre y se dispuso a ir tras ella. En cuanto llegó a la Ciudad Subterránea se vio obligado a presentarse ante el Tribunal de los Tres y reponer con su trabajo el gallinero que Walo había destrozado el día de su huída.
Después de cumplir con el encargo del tribunal, Akím continuó viajando y viviendo grandes aventuras, siempre al lado de Anú que decidió acompañarlo por el resto de su vida.

Luego de la muerte de Bragmar no se tuvo noticia alguna sobre la existencia de otros dragones. La historia de los chicos con el paso del tiempo se convirtió en leyenda y con los siglos se transformó en uno de los cuentos infantiles que los niños ansían a la hora de dormir. Y sólo aquellos capaces de ver con el corazón saben que la fantasía siempre tiene un origen real y que es el regalo de quienes se atreven a ir más allá de sus sueños.

13 comentarios:

  1. Hola, te acabo de ver en Días de Lluvia y Hojas.
    ¿Conoces Netwriters,pásate y miras, igual encuentras algo de tu interés.

    Hay escritores y seguro que te pueden orientar en tus pretensiones.

    Saludos!

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  2. Woah! Me encanto el final del capítulo XXXIV, fue muy lindo. Y combinas a mi animal favorito y a mi ser mitológico favorito, me gusto mucho! Me tomare el tiempo de leer las demás partes, de verdad esta muy interesante la historia.

    Te leo luego!

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  3. Pronto espero leer completo y gracias por pasar por mi blog C:

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  4. Hola. Por lo que veo es interesante la historia. Lastima que es asi un poco larga para leerla asi por aca. Mejor sweria tranquilo en un libro frente a un mar como los que aparece en tu portada jaja,
    Y yo coincido con Darky. Siempre hay que ver mas alla, salir de la rutina, soñar despierto, fantasear con cosas. De esa manera es como que podemos dar un paso mas. De otro modo nos quedariamos siempre en lo mismo. Un abrazo y buena semana

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  5. MUY BUENA OBRA... ESTA PIEZA LA HE LEÍDO DE APOCO, Y RECIÉN DEJO COMENTARIO.

    Deja una gran reflexión... salir de la rutina... despertar...dar el salto.


    Vengo desde lares lejanos
    A dejar mí huella
    Y en ella a puro sentir
    Mi mensaje de paz y amor
    Con cataratas de luz
    Junto a un manojito
    De madreselvas en flor
    Con brisas otoñales
    Regadas con mi cariño
    Al compás de Tango porteño
    Y mate criollo
    Como símbolo de amistad
    E Invitándote a pasar
    Por mis blogs:
    Dónde poemas te esperan y detalle
    En:
    www.panconsusurros.blogspot.com
    Una Mirada de Mi Vida y detalle
    En
    www.walktohorizon.blogspot.com

    Mi Arte y detalle
    En
    www.newartdeco.blogspot.com
    Una deliciosa torta y detalle
    En:
    www.lasrecetasdelaabuelamatilde.blogspot.com
    Una Reflexión y detalle
    En
    www.cuerposanoalmacalma.blogspot.com

    Premios y regalos
    En
    www.cosechadesentires.blogspot.com

    Tuya
    María del Carmen García Lombardía

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  6. Amiga,
    Yo también parto a casa, debo operarme , pero regresare a seguirte leyendo.
    Te deseo mucha suerte en tu isla Canaria, que es tan bella ya que tuve la dicha de conocerla.

    Visita mi blog para que leas mi último mensaje desde esta tierra gallega , el próximo será desde mi Cuba.

    Muchos cariños.

    Te deseo suerte en tus publicaciones, ya la novela mia está editada, dejo la página para el que quiera comprarla.

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  7. Muy buenas. ¡Me encanta tu forma de escribir y tu historia, es realmente admirable!
    Actualmente estoy escribiendo una historia para un concurso literario de menores de edad. Me gustaría que alguien con conocimiento se leyera algún capítulo y me expusiera sus críticas. Se lo agradecería muchísimo, de verdad :)
    ¡Besos! <3

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  8. Una historia exquisitmaente narrada con precisión pausa, descipciones Además agradecerte tu visita
    dciendo:

    Ha querido propiciar mi destino
    Encontrarte en mi camino
    A través de un espacio singular,
    Dónde anidan gentes sabias,
    Inteligentes, con dones,
    Alegres, vitales, generosas,
    Solidarias,
    Que hacen un culto
    De la amistad.
    Por ello quiero
    Dejar en mi huella
    Un cofre con cariño
    Para cuando nadie te abrace.
    Mi mano extendida
    Para cuando no tengas apoyo.
    Mi mirar
    Para cuando no puedas ver.
    Y mi amistad verdadera
    Cuando el horizonte
    Se presente nublado.
    Porque hoy decidí
    Dejar mi huella
    Con abrazo a puro sentir
    Y celebrar en paseos
    La amistad
    En agradecimientos
    De habernos encontrado
    Con promesa de estar!
    Dejo mi huella
    Junto a una invitación
    A mis blogs
    Dónde te esperan
    Decires y Premios
    Poemas Y Reflexiones,
    Arte y Recetas
    Y un Mate
    Criollo Y Compañero
    Como símbolo de amistad.

    Un Cariño
    Tuya
    María del Carmen
    www.panconsusurros.blogspot.com

    Y de ahí a viajar por mis otros blogs.
    gmariadelcarmen28@yahoo.com.ar
    acertadas, y un lenguaje delicado respetando los lineamientos literarios y de sobre manera mantiene la atención a quienes tenemos el gusto por lallectura.

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  9. HOLA MARÍA IHOLANDA:
    ME PARECE MUY HERMOSO TU ESTILO DE ESCRIBIR. ME GUSTA, TE FELICITO Y ME AGRADA QUE UNA LATINOAMERICANA, UNA VECINA, UNA HERMANA, ESTE COLOCANDO EL NOMBRE DE NUESTRA TIERRA EN ALTO.
    FELICITACIONES POR LOS PREMIOS RECIBIDOS, TE LOS MERECES.
    TE DESEO SIGAS COSECHANDO TRIUNFOS EN TU CARRERA.
    TE INVITO A QUE VUELVAS A PASAR POR MI BLOG. PARA QUE LEAS UNA DESCRIPCIÓN DE NUESTRO TRÓPICO. ESPERO VERTE POR ALLÍ,
    TU AMIGA COLOMBIANA Y ADMIRADORA DE TU OBRA, EVA MARGARITA ESCOBAR SIERRA. UN ABRAZO.

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  10. HOLA MARÍA IHOLANDA: DE NUEVO ESTOY EN TU BLOG DELEITÁNDOME CON TUS HISTORIAS.
    TE CUENTO QUE HE ABIERTO UN NUEVO BLOG Y TE INVITO PARA QUE LO CONOZCAS. ES TAMBIÉN COMO EL TUYO, CUENTOS HISTORIAS,RELATOS.
    ME GUSTARÍA QUE LO CONOCIERAS Y ME DIERAS TU VALIOSA, CONCEPTO,SU DIRECCIÓN ES:
    http://cuentosparaunatardedeinvierno.blogspot.com

    ESPERO VERTE POR ALLI.

    UN GRAN ABRAZO,

    EVA MARGARITA

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  11. maria; Usted me tiene que atender¡¡¡ jajajaja soy Claudia Ramos, y realmente orgullosa de ti. Mil exitos mas, iempre demuestras el gran ser humano que eres.
    Tu siempre Amiga.
    Claudia Ramos

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    En esta época tan bonita de navidad, quiero mandarte un regalo, pero va sin envolver, trata de besos y abrazos y una navidad en compañía, es por eso, que te invito a unirte a nuestra Navidad, ¿Te apuntas?

    http://podemos-juntos.blogspot.com.es

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  13. He llegado a 250 seguidores en mi blog, y quería invitarte a recoger un premio y a participar en un reto, lo mismo quieres apuntarte. Un besazo.

    http://tamaravillanueva.blogspot.com.es/2013/04/250-seguidores.html

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